El operador de EA4YD, o sea, yo.

 

Me llamo José Luis y nací hace bastante tiempo (bueno, mucho) en Madrid, la capital de España. Viví los primeros 24 años de mi vida en la calle San Roque; después viví tres o cuatro por el Paseo de Extremadura y finalmente me vine a vivir a Alcorcón, que es vivir fuera de Madrid, pero teniéndolo cerca.

Desde muy joven, también me sentí atraído por los receptores de radio. Estudiaba en un colegio donde editaban una revista mensual con artículos variados, en la que un día publicaron uno que me marcó para el resto de mi vida y que naturalmente conservo, aunque después de casi 50 años, está en estado "delicado".

Se trataba de un receptor, cuya realización estaba al alcance de cualquiera: un tubo de cartón, una caja de puros, un condensador variable, un diodo y un poco de hilo de cobre; bueno, evidentemente también eran necesarios unos auriculares.

No recuerdo de dónde saqué el dinero para los materiales, supongo que le tuve que decir a mi madre que necesitaba urgentemente un cuaderno para el colegio... Pero el hecho es que aquella misma tarde estaba en "Eco Radio", en la calle Silva, comprando el condensador, el diodo y los auriculares.

Como el receptor no tenía más de media hora de trabajo, al cabo de un rato, con el corazón acelerado y el pulso perdido, conecté una parte de la bobina a un trozo de alambre, la otra parte al grifo del agua, me puse los auriculares y... parece mentira, pero después de los años transcurridos, lo recuerdo como si fuera hoy: Marisol cantaba "Corre corre caballito".

La afición por la recepción se despertó en mi de tal forma, que es imposible que me abandone hasta que "casque". ¿Habrá radio en el otro "barrio"?

Después del éxito del receptor "caja de puros", ya obtuve permiso familiar para quitar la tapa posterior del receptor de casa. Ver las válvulas con sus filamentos de color naranja, fue la "puntilla".

Después de varios "super receptores" similares al primero, decidí que mi revista favorita era Radioelectricidad. No es que fuera mariquita, es que Playboy no lo conocía en aquellos tiempos...

En cuanto tuve "dos dedos de frente", obtuve de mis padres la financiación de un curso de radio por correspondencia: "Al Éxito por la Práctica" era el eslogan de don Fernando Maymó.

Como se dice en los pueblos, "gocé como un marrano en un charco" con el curso de Maymó. Unos calambrazos con las fuentes de alimentación... unas quemaduras con el soldador... ¡Cómo lo pasé!

Como los receptores sin antena, son como un jardín sin flores y yo vivía en el piso último, los dioses me regalaron acceso al tejado de mi casa, a través de la ventana del cuarto de baño. Se salía a un pequeño tejado del patio interior, desde el cual con un poco de habilidad se podía acceder al tejado de la casa y como las dos casas laterales, eran un poco más altas que la mía, en sus paredes preparé unos buenos ganchos donde probé toda clase de antenas.

En una de las prácticas del curso Maymó, construí un receptor con onda corta, y dándole al mando de sintonía, escuché una voz que decía "eacuatro filamento lámpara". ¡Coño!, dije, (bueno "coño" no dije porque en aquellos tiempos era pecado), esto va a ser un radioaficionado... y me quedé escuchando, al otro no le oía, pero cuando volvió a hablar EA4FL, el amigo Tomás, tuvo el desliz de dar su dirección. Media hora más tarde, estaba yo en su puerta, pidiéndole por favor que me enseñara su emisora.

Pues ¿qué voy a decir de la sensación de un futuro radioaficionado, entrando en una estación de radioaficionado? No hay palabras para explicarlo, pero salí con una cosa clara: Había nacido otro radioaficionado.

Claro que, considerando mis posibilidades económicas y que además tenía que estudiar, la opción de ser emisorista ni se me pasó por la cabeza.

Eso si, yo "necesitaba" un indicativo oficial. En aquellos tiempos, los escuchas (faceta de la radioafición que desgraciadamente, está casi en fase de extinción), tenían un indicativo oficial, sólo había que solicitar en la Dirección General de Correos y Telecomunicación. Me concedieron el EA4-1268U y naturalmente el siguiente paso era hacerme las QSL para enviar a todo el que escuchara.

Claro que lo principal de un escucha, es el receptor y el que yo tenía (realizado en el curso de Radio Maymó), no era ninguna maravilla... sólo me permitía escuchar la banda de 40 metros y menos mal que en aquellos tiempos, se transmitía en AM.

Pero entonces llegó la banda lateral y mis posibilidades de escucha peligraban... No recuerdo como contacté con un colega de Madrid, pero el caso es que el amigo Julio me ofreció un receptor fabricado por él, que además de tener la Onda Corta completa, tenía la banda de FM; rompí la hucha y al día siguiente, el receptor era mío. Un montón de válvulas en un receptor absolutamente artesanal que me proporcionaron muchas horas de escucha.

En esto que me encuentro con un poco de dinero y un colega EA1 (el amigo Javier de Pontevedra), que vende un receptor Trio (últimamente conocido como Kenwood) modelo JR-310. Seis válvulas y menos de una docena de transistores, sólo las bandas de radioaficionado de 80, 40, 20, 15 y 10 metros, (más la banda WWV para ajustar la frecuencia, con esa emisora en 10 MHz). Una maravilla de receptor. Mi primer gran receptor.

Como los años no paran de pasar, me encuentro con que es la hora de casarme, así que paso por la vicaría (en aquellos tiempos la gente se casaba, incluso antes del viaje de "luna de miel") y ya en mi casa y con mi nueva familia, decido que es el momento de sacarme el indicativo de emisorista. Repaso la electrónica, estudio los apuntes de legislación, me "machaco" un poco con un manipulador y un oscilador para aprobar la telegrafía y me presento al examen. Tengo la suerte de conseguir el "apto" y de que me dan el tan ansiado y esperado indicativo de emisorista: EA4YD.

Una vez en posesión del indicativo de emisorista, continúo con mi afición: la escucha.

 

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